Hola, amigos:
He vuelto, pero solo de momento. Gracias a la seguridad social tuve que posponer todo y posiblemente a mediados de la semana que viene vuelva a tener cita para la apertura de trasero. Ya veremos.
Vuelvo con energía renovada después de la Feria de Abril y vamos con una historia muy curiosa, relacionada con uno de los post que mas ha gustado: el de los gemelos siameses. El hombre que los llevó al estrellato se llamaba Phineas T. Barnum y su vida no tiene desperdicio.
Nacido en una familia de comerciantes de principios del siglo XIX, Barnum descubrió muy pronto que el trabajo duro no era lo suyo. Comenzó sus aventuras con una estafa de cupones de lotería y la fundación de un periódico llamado “The Herald of Freedom”, donde la veracidad de las noticias era cuanto menos cuestionable, así que no extraña nada que terminase en la cárcel. Allí tomó la decisión de convertirse en “showman”.
Gracias a su carisma y talento a la hora de mentir logró hacerse dueño de una compañía de espectáculos destartalada. Su primera adquisición fue una esclava negra ciega, a la que llamó “Joice la bicentenaria”, presentándola como a la auténtica niñera de George Washington.
Su show ambulante continuaría por todo Estados Unidos con una corte de personajes raros, unos verdaderos y otros inventados, que poco a poco le hacen cada vez mas conocido. En 1841 se hace con los gemelos siameses Chang y Eng y triunfa definitivamente.
Su circo prometía “500 mil asombros y maravillas” y tuvo un éxito tan clamoroso que le permitió dar el salto al Viejo Mundo. En Europa fue acogido como un héroe llegando a niveles de fama dignos de una celebridad. Invitado personalmente por la mismísima Reina Victoria en el Palacio de Buckingham, preparó un sketch en el que un enano disfrazado de Napoleón era atacado por uno de los perritos de la Reina, y no había nada mas placentero para la aristocracia inglesa que ver al triunfante Napoleón vapuleado por un diminuto perro. Agradecidos por el espectáculo, Barnum y su compañía viajarían por toda Europa a expensas de la corona, llegando a utilizar los carruajes de algunos dignatarios hasta su regreso a Estados Unidos.
Con el paso de los años se acumularon leyendas que perduraron hasta el día de hoy como Jumbo “El elefante más grande del mundo” o los gemelos siameses. La fama que adquirió le valió para salir elegido durante más de veinte años como Diputado por Connecticut, convirtiéndose en una de las personas más afamadas del mundo del espectáculo en USA, todo ello a costa de aprovecharse de la necesidad de unos y del morbo de otros.
El 7 de Agosto de 1891, con cuatro mansiones y una fortuna gigantesca, murió Barnum con una sonrisa en su rostro que sorprendería a los concurrentes de su funeral. Unos años más tarde una estatua de bronce puro sería levantada en su honor en el Seaside Park.
Además de las típicas estafas tipo pócimas rejuvenecedoras y tónicos sexuales, tenía otras mas imaginativas:
En 1850 vendía unas hierbas que convertian en blancos a las personas de raza negra.
Compuso un esqueleto que definía claramente a una mujer con cuerpo de pez que causó una enorme histeria en la población pensando que era una sirena.
Inventó una “máquina para hacer desaparecer dinero”. Simplemente se ponía dinero dentro y la máquina cumplía su cometido.
Apadrinó a un niño enano de 5 años al que presentaría como El General Tom Pulgar, “El general más bajo del mundo”. Este personaje servía como broche de oro de la función tras salir a escena vestido de Napoleón y ser ovacionado por el público al cometer todo tipo de torpezas. Fue objeto del ataque del perrito de la Reina Victoria.
El hombre de piel azulada. Cuando murió, un médico encontró grandes cantidades de nitrato de plata en su cuerpo. Seguramente había descubierto que esto daba un tono azulado a su piel. Su anhelo por convertirse en freak fue mas fuerte que su propia vida.
La “Triste Susana”. Barnum ofrecía un premio de mil dólares a quien la hiciera reír. Lo que nunca explicó a la gente fue que la pobre Susana tenía la cara totalmente paralizada.
He vuelto, pero solo de momento. Gracias a la seguridad social tuve que posponer todo y posiblemente a mediados de la semana que viene vuelva a tener cita para la apertura de trasero. Ya veremos.
Vuelvo con energía renovada después de la Feria de Abril y vamos con una historia muy curiosa, relacionada con uno de los post que mas ha gustado: el de los gemelos siameses. El hombre que los llevó al estrellato se llamaba Phineas T. Barnum y su vida no tiene desperdicio.
Nacido en una familia de comerciantes de principios del siglo XIX, Barnum descubrió muy pronto que el trabajo duro no era lo suyo. Comenzó sus aventuras con una estafa de cupones de lotería y la fundación de un periódico llamado “The Herald of Freedom”, donde la veracidad de las noticias era cuanto menos cuestionable, así que no extraña nada que terminase en la cárcel. Allí tomó la decisión de convertirse en “showman”.
Gracias a su carisma y talento a la hora de mentir logró hacerse dueño de una compañía de espectáculos destartalada. Su primera adquisición fue una esclava negra ciega, a la que llamó “Joice la bicentenaria”, presentándola como a la auténtica niñera de George Washington.
Su show ambulante continuaría por todo Estados Unidos con una corte de personajes raros, unos verdaderos y otros inventados, que poco a poco le hacen cada vez mas conocido. En 1841 se hace con los gemelos siameses Chang y Eng y triunfa definitivamente.
Su circo prometía “500 mil asombros y maravillas” y tuvo un éxito tan clamoroso que le permitió dar el salto al Viejo Mundo. En Europa fue acogido como un héroe llegando a niveles de fama dignos de una celebridad. Invitado personalmente por la mismísima Reina Victoria en el Palacio de Buckingham, preparó un sketch en el que un enano disfrazado de Napoleón era atacado por uno de los perritos de la Reina, y no había nada mas placentero para la aristocracia inglesa que ver al triunfante Napoleón vapuleado por un diminuto perro. Agradecidos por el espectáculo, Barnum y su compañía viajarían por toda Europa a expensas de la corona, llegando a utilizar los carruajes de algunos dignatarios hasta su regreso a Estados Unidos.
Con el paso de los años se acumularon leyendas que perduraron hasta el día de hoy como Jumbo “El elefante más grande del mundo” o los gemelos siameses. La fama que adquirió le valió para salir elegido durante más de veinte años como Diputado por Connecticut, convirtiéndose en una de las personas más afamadas del mundo del espectáculo en USA, todo ello a costa de aprovecharse de la necesidad de unos y del morbo de otros.
El 7 de Agosto de 1891, con cuatro mansiones y una fortuna gigantesca, murió Barnum con una sonrisa en su rostro que sorprendería a los concurrentes de su funeral. Unos años más tarde una estatua de bronce puro sería levantada en su honor en el Seaside Park.
Además de las típicas estafas tipo pócimas rejuvenecedoras y tónicos sexuales, tenía otras mas imaginativas:
En 1850 vendía unas hierbas que convertian en blancos a las personas de raza negra.
Compuso un esqueleto que definía claramente a una mujer con cuerpo de pez que causó una enorme histeria en la población pensando que era una sirena.
Inventó una “máquina para hacer desaparecer dinero”. Simplemente se ponía dinero dentro y la máquina cumplía su cometido.
Apadrinó a un niño enano de 5 años al que presentaría como El General Tom Pulgar, “El general más bajo del mundo”. Este personaje servía como broche de oro de la función tras salir a escena vestido de Napoleón y ser ovacionado por el público al cometer todo tipo de torpezas. Fue objeto del ataque del perrito de la Reina Victoria.
El hombre de piel azulada. Cuando murió, un médico encontró grandes cantidades de nitrato de plata en su cuerpo. Seguramente había descubierto que esto daba un tono azulado a su piel. Su anhelo por convertirse en freak fue mas fuerte que su propia vida.
La “Triste Susana”. Barnum ofrecía un premio de mil dólares a quien la hiciera reír. Lo que nunca explicó a la gente fue que la pobre Susana tenía la cara totalmente paralizada.
Entre las rarezas verdaderas tenemos una curiosa colección, aparte de los ya conocidos gemelos siameses:
El enano Tom Pouce, que medía exactamente 69 centímetros.
Yo-Yo, el hombre-perro, que en realidad se llamaba Theodore Peteroff. Era un ruso que poseía un extraordinario sistema piloso de largos pelos rubios y dóciles que cubrían todo su cuerpo, incluso hasta en párpados y en la yema de los dedos. Su pelaje era tan espeso que no era raro confundirlo con un perro grande.
La pareja de caucho Etta Lake y Jean Morris, quienes podían estirar su piel por todas partes hasta alcanzar sin ninguna dificultad veinte o treinta centímetros desde su cuerpo.
El hombre puro-hueso, Jonathan Bass. A este pobre hombre debido a una extraña enfermedad se le endurecieron poco a poco cartílagos y músculos hasta transformarse en huesos. Barnum inventó la leyenda de que poco después de su muerte su cuerpo se hizo de piedra.
El esqueleto viviente, James Coffey, que pesaba 32 kilos y medía 1,80 mts. Comía normalmente y aparentaba mantenerse perfectamente fuerte.
El monstruo sin brazos, Charles Tripp, y el monstruo sin piernas, Eli Bowen, eran exhibidos juntos. Se paseaban en un tándem en el que Bowen conducía el manubrio y Tripp pedaleaba a sus espaldas.
El “no se sabe qué”, que Barnum presentaba como un marciano o como el eslabón perdido entre el hombre y el mono, era William Jackson, nacido en 1842 en New Jersey. De espíritu amable, estaba dotado de una enorme mandíbula y de un sistema capilar que comenzaba en sus cejas.
Yo-Yo, el hombre-perro, que en realidad se llamaba Theodore Peteroff. Era un ruso que poseía un extraordinario sistema piloso de largos pelos rubios y dóciles que cubrían todo su cuerpo, incluso hasta en párpados y en la yema de los dedos. Su pelaje era tan espeso que no era raro confundirlo con un perro grande.
La pareja de caucho Etta Lake y Jean Morris, quienes podían estirar su piel por todas partes hasta alcanzar sin ninguna dificultad veinte o treinta centímetros desde su cuerpo.
El hombre puro-hueso, Jonathan Bass. A este pobre hombre debido a una extraña enfermedad se le endurecieron poco a poco cartílagos y músculos hasta transformarse en huesos. Barnum inventó la leyenda de que poco después de su muerte su cuerpo se hizo de piedra.
El esqueleto viviente, James Coffey, que pesaba 32 kilos y medía 1,80 mts. Comía normalmente y aparentaba mantenerse perfectamente fuerte.
El monstruo sin brazos, Charles Tripp, y el monstruo sin piernas, Eli Bowen, eran exhibidos juntos. Se paseaban en un tándem en el que Bowen conducía el manubrio y Tripp pedaleaba a sus espaldas.
El “no se sabe qué”, que Barnum presentaba como un marciano o como el eslabón perdido entre el hombre y el mono, era William Jackson, nacido en 1842 en New Jersey. De espíritu amable, estaba dotado de una enorme mandíbula y de un sistema capilar que comenzaba en sus cejas.