jueves, 27 de agosto de 2009

LA VAMPIRA DE BARCELONA


Hola, amigos:

Hace poco he visto una peli que se titula "Déjame entrar". Es la mejor de vampiros que me he encontrado en mucho tiempo, del estilo de la clásica "Nosferatu" y nada que ver con la infame "Crepúsculo". Os la recomiendo.

Y a propósito de chupasangres hoy conoceremos la historia de Enriqueta Martí, llamada "La vampira de Barcelona", toda una celebridad en su época. Su currículum vitae nos dice que fue secuestradora, prostituta, alcahueta, falsificadora, corruptora de menores, pederasta, bruja y asesina. Casi todo lo que piensa Belén Esteban de la Campanario.

Todo comenzó el 10 de febrero de 1912, cuando desapareció en Barcelona una niña de cinco años llamada Teresita Guitart. La prensa se hizo eco de la desaparición y le dio una amplia cobertura, porque el run-run de las calles avisaba de que los últimos meses estaban jalonados de desapariciones de niños y niñas de corta edad. La desaparición de Teresita convirtió el rumor en certeza.

Todos los esfuerzos policiales resultaron estériles hasta que una mujer llamada Claudina Elías, de casualidad, se fijó en la cara de una niña que la miraba a través de una ventana en la calle donde residía. Allí vivía una mujer con un niño y una niña, pero el rostro de aquella criatura de cabeza rapada y mirada triste no le resultaba familiar. Se lo comentó a un colchonero y éste se lo hizo saber al policía municipal José Asens, que a su vez se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot. Así que a primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912, Ribot se presentó en el entresuelo 1ª del número 29 de la calle de Ponent.

Con la excusa de inspeccionar una denuncia sobre la existencia de gallinas en aquel domicilio, Ribot entró y se topó con dos niñas de corta edad. Una de ellas era Teresita, la otra era la hija de la dueña de la casa.

La secuestradora fue identificada como Enriqueta Martí Ripollés, de 43 años y con antecedentes por corrupción de menores. Comenzó a prostituirse a los 20 años, en cuanto se dio cuenta de que siendo criada no llegaría a ninguna parte. Un día se casó con un pintor fracasado y algo tocado, Juan Pujaló, que se alimentaba de alpiste como los pájaros porque lo había aprendido en un manual de naturismo.

La relación se mantuvo con muchos altibajos diez años. Cuando se separaron definitivamente, en 1909, nuestro angelito montó un prostíbulo integrado por menores de ambos sexos, cuyas edades iban desde los 5 hasta los 16 años. Fue detenida, pero se libró de la cárcel por la intercesión de un personaje anónimo muy poderoso, seguramente un pederasta asiduo del prostíbulo, interesado en que Enriqueta no se fuese de la lengua y pudiera comprometerlo.

Nuestra amiga llevaba una vida muy peculiar. A pesar de que no tenía problemas económicos, acudía todas las mañanas a centros de acogida, conventos, parroquias y asilos, pidiendo limosna y comida. A media tarde salía de su casa elegantemente vestida con sedas y terciopelos, y era frecuente verla con pelucas y sombreros muy caros.

Durante el registro de la casa, los funcionarios se quedaron atónitos cuando entre aquellas habitaciones sórdidas y malolientes descubrieron un suntuoso salón amueblado con gusto exquisito. El mobiliario, las lámparas, el cortinaje, las butacas y los sofás costaban una fortuna. En un armario colgaban dos trajecitos de niño y otros dos de niña; había medias de seda y zapatitos a juego con los trajes. También fueron encontrados las pelucas rizadas y los finos trajes de confección que Enriqueta vestía en sus paseos vespertinos y un paquete de cartas escritas en lenguaje cifrado, repleta de contraseñas y firmas con iniciales. Apareció también una lista, una relación de nombres que quedó cuidadosamente guardada bajo secreto de sumario y que daría mucho de que hablar a la opinión pública en los meses siguientes.

En la cocina encontraron un saco con un trajecito de niño y un cuchillo ensangrentados. En otra habitación descubrieron un saco de lona, aparentemente lleno de ropa sucia y vieja, pero en cuyo fondo había huesos de niños. Se contaron costillas, clavículas, rótulas, y diferentes restos que los expertos identificaron como pertenecientes a treinta niños diferentes. Todos tenían señales de haber sido expuestos al fuego de una manera muy especial lo que, según los médicos, hacía suponer que los niños habían sido sacrificados para extraer grasa de sus cuerpos.

Tras un armario descubrieron la cabellera rubia de una niña de unos tres años, aún con el cuero cabelludo, trozos de carne y sangre seca. La macabra expedición concluyó en una habitación cuya cerradura tuvieron que forzar y en la que aparecieron medio centenar de frascos, rellenos unos de sangre coagulada, otros de grasa humana, y el resto con sustancias que fueron enviadas a un laboratorio para su análisis. Junto a las pócimas había un libro antiquísimo con tapas de pergamino, que contenía fórmulas extrañas y misteriosas. Y también un cuaderno grande lleno de recetas de curandero para toda clase de enfermedades, escritas a mano, en catalán y con letra refinada.

La declaración de la hija de Enriqueta, Angelita, fue tremenda. Durante el registro contó con pasmosa tranquilidad sucesos como cuando su madre trajo a casa a un niño rubio llamado Pepito, con el que solía jugar:

“Mamá no se dio cuenta de que yo la vi cómo cogía a Pepito, lo ponía sobre la mesa del comedor y lo mataba con un cuchillo. Entonces me fui a mi cama y me hice la dormida”.

La policía descubrió que Enriqueta también era propietaria de otros inmuebles, que inmediatamente fueron registrados. El resultado fue aterrador: en un piso de la calle de Picalqués se halló un falso tabique que ocultaba un hueco en el que aparecieron más huesos, entre ellos varias manos de niño. Una crónica de la época afirma que “con los huesos fue encontrado un calcetín de niño que debió de pertenecer a un hijo de familia muy humilde, porque está zurcido y añadido desde su mitad con hilo de otro color”. En una casa de la calle de Tallers hallaron huesos y dos cabelleras rubias de niñas de corta edad.

En una torre de Sant Feliú de Llobregat aparecieron libros de recetas y nuevos frascos con sustancias desconocidas. Finalmente, en el patio de una casa de la calle de los Jocs Florals de Sants, descubrieron el cráneo de un niño de unos tres años, que todavía presentaba adheridos a la piel algunos cabellos y una serie de huesos que los forenses reconocieron como pertenecientes a tres niños de tres, seis y ocho años.

Durante los meses siguientes las noticias sobre el caso aparecieron diariamente en los periódicos. Enriqueta Martí había sido encarcelada y la vigilancia sobre ella era constante, ya que se decía que había intentado suicidarse abriéndose las venas en su celda.

Era mas que evidente que tras los crímenes había personas con dinero y poder suficiente para satisfacer sus perversiones. En la famosa lista, de la que todo el mundo hablaba pero nadie conocía, había una relación de nombres y domicilios en la que, se rumoreaba, figuraban médicos, abogados, comerciantes, algún escritor, políticos y otras personalidades.

De pronto saltó la noticia de que Enriqueta Martí había fallecido en el patio de la cárcel linchada por sus compañeras presas... hacía varios meses, poco después de ser detenida. El escándalo que se armó fue de proporciones bíblicas y se dijo de todo, como que antes de ser golpeada ya estaba muerta, envenenada por encargo de alguien interesado en su desaparición. Nunca pudo probarse nada, entre otras cosas porque las autoridades jamás proporcionaron la menor información y ni siquiera se sabe que fue del cadáver de la vampira.

Lo único que sabemos con certeza es que el juicio nunca llegó a celebrarse, que los nombres de las personas de la famosa lista nunca fueron publicados y que Enriqueta Martí se convirtió en un mito de la época.

Besos a tod@s

lunes, 24 de agosto de 2009

MARY TIFOIDEA

Hola, amigos:

Hoy día estamos acostumbrados a oir que tal o cual persona es portadora de un virus pero no sufre la enfermedad, como pasa con el SIDA, pero en el siglo XIX esta circunstancia era absolutamente desconocida. Aquí teneis la curiosa historia de Mary Mallon, la primera persona que fue documentada como portadora sana de un virus mortal.

Mary nació el 23 de septiembre de 1869 en County Tyrone (Irlanda). Su madre contrajo la fiebre tifoidea (tifus) durante el embarazo, ya que en aquella época había una epidemia terrible en la isla, y eso provocó que naciese con el virus en su organismo, pero sin estar afectada, algo que nadie sabía que podía pasar.

Desde muy pequeña se tuvo que poner a trabajar. Se ganaba la vida como podía, vendiendo mejillones y ostras por las calles de Dublín cuando el marisco era comida de pobres, hasta que una paisana que había emigrado a Nueva York le habló de la tierra de las oportunidades, lejos de un pais asolado por la pobreza y el tifus. Invirtió sus ahorros en un pasaje y emigró, llegando a La Gran Manzana en el año 1900.

Allí se dedicó a cocinar y a vender pasteles y budines en la calle, hasta que encontró trabajo como cocinera en casa de una familia emigrante, los Mamaroneck. A las dos semanas, toda la familia y todo el servicio, salvo ella, estaban infectados de tifus.

En 1901 volvió a entrar al servicio de una familia y de nuevo todo el personal salvo ella desarrolló la enfermedad, muriendo una sirvienta. Después se fue a casa de un abogado y siete de los ocho miembros de la familia se infectaron. Ignorante de ser la causa de la epidemia, Mary pasó meses ayudando en la atención a las personas enfermas, pero su cuidado contribuía a una mayor propagación de la enfermedad.

En 1906, se trasladó a Long Island con otra familia. Pasadas dos semanas, seis de los once miembros fueron hospitalizados. Las autoridades médicas se dieron cuenta de que algo raro pasaba y le pidieron que se sometiese a diferentes análisis, a lo que se negó sistemáticamente, alegando un pánico terrible a los médicos y las agujas.

A continuación cambió de empleo tres veces y los tres hogares se vieron infectados, así que fue arrestada por la policía. Desde ese momento, Mary Mallon fue conocida como “Mary Tifoidea” (“Typhoid Mary”). Se trataba de la primera persona en ser identificada como portadora sana de tifus en los Estados Unidos. Durante el desarrollo de su caso, adquirió una fama enorme por su obstinación en negar que ella fuera la causante de la aparición de la enfermedad, insistiendo en seguir trabajando como cocinera y propagando así la fiebre mortal, ya que el tifus se contagia por la ingestión de agua o alimentos contaminados.

Mary Mallon fue puesta en cuarentena durante tres años en un hospital ubicado en la isla de North Brother. No consiguieron encontrar una cura y pasado este tiempo la dejaron en libertad, con la condición de que no volviera a trabajar con alimentos. A la izquierda la vemos durante su internamiento.

Pero Mary cambió su apellido de Mallon a Brown y consiguió empleo como cocinera en el Hospital Sloane para Mujeres. Después de matar 2 pacientes e infectar a 25 fue localizada por la policía y la arrestaron de nuevo. Esta vez estamos hablando de un homicidio, porque Mary debía ser consciente de que era portadora de la enfermedad y podía contagiarla. Su respuesta fue que eso no le importaba en absoluto, que no lo creía y que necesitaba trabajar.

Debido a la gran cantidad de muertes que acumulaba y a su empeño en negar lo evidente, las autoridades no le dieron opción. Regresó a su cuarentena en la isla, esta vez de por vida.

Mary acabó trabajando en el hospital donde estaba recluida, primero como asistente y luego como técnica de laboratorio. Allí, “Mary Tifoidea” se convirtió en una celebridad. Los periodistas que la entrevistaban tenían prohibido aceptar incluso un vaso de agua ofrecido por ella. A la derecha la vemos junto a un médico.

Mary Mallon falleció el 11 de noviembre de 1938 a los sesenta y nueve años, debido a una neumonía, seis años después de un derrame cerebral que la dejó paralizada. En los resultados de su autopsia se especificó el hallazgo de bacterias tifoideas vivas en su vesícula biliar. Su cadáver fue incinerado y sus cenizas enterradas en el cementerio de Saint Raymond, en el Bronx.

Hoy día, el término "Mary Tifoidea" aún se utiliza en Estados Unidos cuando se habla de alguien portador de alguna enfermedad que representa un peligro para la gente porque rechaza tomar las precauciones necesarias.

Lo que mas llama la atención de Mary Mallon fue su negativa a aceptar lo evidente y dejar de cocinar. Cualquier ocupación que no requiriese manipulacion de bebida y alimentos le hubiese permitido vivir en libertad, pero su obsesión la convirtió en una extraña asesina, que causó más víctimas que muchos asesinos en serie.

Besos a tod@s


jueves, 20 de agosto de 2009

CON UN POQUITO DE SUERTE

Hola, amigos:

Hoy vamos a hablar de la suerte, esa que cuando se tiene en abundancia se asocia con una flor en el trasero. Aquí tenemos varios ejemplos de gente que mas que una flor tuvo una buena maceta y uno que además de suerte tuvo tesón y talento para poder aprovecharla.

Post dedicado a mi amiga Inma, que algo de suertecilla se merece, carajo.

EL CASO DE TSUTOMU YAMAGUCHI

Nuestro amigo nació en Japón en 1916. Ingeniero de profesión, el 06 de Agosto de 1945 se encontraba en Hiroshima en viaje de negocios cuando cayó la bomba atómica que arrasó la ciudad. Al estar en las afueras sobrevivió a la tremenda explosión aunque sufriendo dolorosas quemaduras.

Al cabo de dos días volvió a su ciudad natal para recuperarse de las heridas y la tremenda impresión. El 09 de Agosto de 1945 se encontraba en su casa, a las afueras de... Nagasaki, donde cayó la segunda bomba atómica. Yamaguchi volvió a sobrevivir al bombardeo, a pesar de sufrir de nuevo quemaduras graves.

Que yo sepa, el Sr. Yamaguchi todavía sigue vivo a pesar de la doble dosis de radiación.

EL CASO DE ROB DE KNECHT

El 19 de Febrero de este año un empresario holandés, Rob de Knecht, volaba con destino a Irak en un viaje de negocios. Al aterrizar en Estambul para hacer escala, el avión patinó por la pista y chocó de frente contra un poste de iluminación de la pista.

Milagrosamente no hubo muertos, pero sí un montón de heridos, aunque nuestro amigo salió ileso. Pasados unos días, una vez recuperado del shock y tras pensárselo mucho, sacó un pasaje en un vuelo para volver a su país.

El 25 de Febrero, el Boeing 730-800 de la Turkish Airlines que le llevaba de vuelta a Amsterdam se desplomó antes del alcanzar la pista de aterrizaje. 9 muertos y otro montón de heridos. A pesar de fracturarse cuatro costillas, en cuanto Rob pudo salir al exterior con el resto de supervivientes comenzó a fotografiar compulsivamente el avión siniestrado.

"Si no, nadie me va a creer", dijo el empresario.

EL CASO DEL SARGENTO NICK ALKEMADE

En 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, nuestro amigo era un joven de 21 años, artillero de cola en un bombardero de la RAF.

La noche del 24 de marzo de 1944, al regresar de un bombardeo sobre Berlín, el avión fue alcanzado por la aviación nazi y el piloto ordenó saltar en paracaídas a la tripulación. La cabina donde se alojaba el artillero solo tenía sitio para él, cuatro ametralladoras y la munición. El paracaídas estaba fuera de la torreta, justo en la parte del avión que estaba ardiendo.

Así que nuestro amigo tenía dos opciones: morir abrasado o morir estampado contra el suelo. Como estaban a mas de 6.000 m, Nick sabía que al salir de la cabina se desmayaría por la falta de oxígeno y no se enteraría de su muerte, así que dedicó su último pensamiento a su novia Pearl y saltó al vacío.

Despertó en el suelo, en una montañita de medio metro de nieve, bajo unos árboles que habían amortiguado la caída, pero que no explicaban como se podía sobrevivir a un salto de seis kilómetros. Sólo tenía una torcedura de tobillo, pero estaba en estado de shock y no quería ni moverse, así que sopló con fuerza su silbato y en pocos minutos fue apresado por soldados alemanes.

La historia de su salto era absolutamente increíble y los nazis pensaron que estaban ante un espía, pero al dar la matrícula del avión y su número de serie, comprobaron que correspondía a un avión que acababan de encontrar hecho pedazos, con un paracaídas quemado en la zona de la torreta de cola del que quedaba un resto. Allí se podía leer un numero de serie exactamente igual al del uniforme de Alkemade. Su relato era cierto.

El sargento se convirtió en un héroe para sus compañeros presos, pero también para los alemanes que lo trataron de forma exquisita hasta su liberación al término de la guerra.


EL CASO DE JESSE OWENS.

Seguramente habréis oído hablar de él, el atleta negro que ridiculizó a Hitler en los Juegos Olímpicos de Berlín obteniendo 4 medallas de oro frente al supuesto poderío ario. Pues sin restar mérito a su hazaña, Owens tuvo un poquito de flor, porque los oros de los 100 m y salto de longitud no hubieran sido tales si las cosas hubiesen seguido su curso normal.

Unos meses antes de la Olimpiada se celebraron los campeonatos clasificatorios en EEUU ( los "trials"). El gran favorito en los 100 m no era Jesse Owens, sino Eulace Peacok, otro negro de inmenso talento para correr y saltar.

El salto de longitud supuso un disgusto para Owens. Se había impuesto Peacock a pesar de que él tenía la mejor marca del año, y en los 100 m no tenía la menor posibilidad de ganar. Su rival le había ganado todas las veces ese año salvo una carrera... en la que se comprobó que los tacos de salida de Eulace se habían movido. Al repetirse la prueba, Peacock volvió a ganar con una enorme facilidad.

Pero en las semifinales Peacock se lesionó gravemente en el talón de aquiles y no solo no pudo correr la final, sino que no pudo ni acudir a la Olimpiadas (esa lesión supuso a la postre el fin de su carrera), dejando el camino libre a Jesse Owens.

Ya en las propias Olimpiadas, en la calificación de salto de longitud las cosas no le iban demasiado bien a Owens. Su mayor rival se llamaba Lutz Long, alemán rubio, alto y de ojos azules, la gran esperanza de los nazis. Sus dos primeros saltos fueron nulos y si fallaba el tercero caería eliminado. Su rival se clasificó sin problemas para la final y los técnicos de su selección no daban con la fórmula para ayudarle. Hitler se frotaba las manos con la posible eliminación de Owens y la mas que probable medalla de oro de su representante ario.

Justo antes de que Jesse saltara por tercera vez, Long se acercó a él y le indicó que si retrasaba un poco su punto de salto no tendría problemas para hacer un intento válido. Owens lo hizo, logró un gran salto, se clasificó y en la final le ganó el oro al alemán, que fue el primero en darle la mano.

Owens y Long se convirtieron en grandes amigos y en el caso del alemán esa amistad le costó la vida. Fue el único deportista de élite que fue destinado reiteradamente a posiciones peligrosas en el frente durante la Segunda Guerra Mundial, y acabó muriendo en 1943 a consecuencia de las heridas que recibió en Sicilia.

Así que dos de los oros de Jesse Owens se deben en parte a la lesión de un rival y al fair play de un nazi, que afortunadamente demostraría no ser tal.

Besos a tod@s


lunes, 17 de agosto de 2009

EL LADO OSCURO DEL REY JUAN CARLOS I

Hola, amigos:

Hoy trataremos una historia muy poco conocida pero absolutamente real, no solo por ser cierta, sino porque afecta a nuestro rey Juan Carlos I.

Si preguntamos cuántos hermanos ha tenido el rey, la contestación suele ser que dos hermanas y eso es un error, porque además tenía un hermano, llamado Alfonso, nacido en Roma el 3 de Octubre de 1941, cuatro años menor.

En 1956, con 18 años, Juan Carlos llevaba un año estudiando en la Academia Militar de Zaragoza como cadete. Durante las vacaciones de Semana Santa viajó a Estoril, en Portugal, donde vivía exiliada su familia bajo la tutela y vigilancia del dictador portugués Salazar, amigo del Generalísimo.

El 29 de Marzo, por la tarde, se oyó un disparo en la casa. El hermano de Juan Carlos, de 14 años, estaba herido de mucha gravedad. Poco despues de las ocho y media de la noche, el médico de la familia, el doctor Joaquín Abreu Loureiro, solo pudo certificar la muerte del chico.

El comunicado oficial distribuido por la Embajada de España en Lisboa decía textualmente: «Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la Santa Comunión». Es decir, que Alfonso se había disparado a sí mismo en la frente limpiando un revólver.

El problema es que lo que sucedió no era exactamente eso.

La propia madre de Juan Carlos y Alfonso, Doña María de las Mercedes, dio a entender tiempo después que los hermanos se habían peleado esa tarde y ella les dió permiso para jugar con unas armas para que dejaran de hacerlo. Jugando, Juan Carlos había apuntado el arma hacia Alfonso, sin saber que la misma estaba cargada, y había apretado el gatillo. En parecidos términos, parece que el propio Don Juan Carlos confesó a un amigo portugués, Bernardo Arnoso, que él había disparado sin saber que había balas en el arma.

Alfonso recibió sepultura en el cementerio de Cascais, al mediodía del sábado 31 de marzo de 1956. Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza. Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Don Juan le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general Martínez Campos y el comandante Emilio García Conde se habían presentado allí con un avión militar español enviado por Franco en el que el Príncipe fue devuelto a Zaragoza.

Don Jaime de Borbón, hermano de Juan de Borbón y tío de Juan Carlos y Alfonso, exigió, en su calidad de jefe de la Casa de Borbón, que se abriera una investigación al respecto para depurar la responsabilidad del príncipe Juan Carlos, al considerar que podía afectar a la línea sucesoria, pero fue paralizada y censurada por orden de los dictadores de los dos paises, interesados en que el escándalo no salpicase al sucesor de Franco.

La muerte de Alfonso afectó mucho emocionalmente a su madre, Doña María de las Mercedes de Borbón, que tuvo que ser tratada en Alemania por sus depresiones, y también a su padre, que nunca volvería a tener una relación padre-hijo normal con Juan Carlos.

Ahora viene lo mas peliagudo. Se sabe que la relación entre los hermanos no era buena, y tampoco la relación entre Juan Carlos y su padre. También que había muchos intereses políticos alrededor de ellos. En esa época, Don Juan se había arrepentido de ceder la educación del príncipe al Caudillo y se planteaba romper el acuerdo temiendo que su hijo mayor fuese moldeado por Franco. Juan Carlos tenía cerca la corona y no quería renunciar a élla, pero su padre tenía la sartén por el mango: técnicamente, Juan Carlos no era príncipe porque su padre no era rey. Si aceptaba suceder a Franco y don Juan le desautorizaba, este todavía tenía guardada una baza en su hijo pequeño. Al fallecer Alfonso, don Juan se quedó prácticamente sin recursos ante Franco.

¿Un cadete militar no sabe si su arma está descargada? Pensad fríamente en la escena. Una tarde, dos hermanos que no se llevan bien, que tienen muchísimos intereses en juego, se pelean, uno coge una pistola, apunta a la frente del otro y dispara.

¿Asesinato? Por lo menos, irresponsabilidad por parte de Juan Carlos de Borbón, que tenía conocimientos sobre las armas, que cursaba en la Academia Militar de Zaragoza, y que teniendo ya 18 años de edad jugaba a semejante juego con su hermano menor.

Hoy día sigue siendo un asunto turbio, censurado, y cuesta muchísimo encontrar información y fotografías de Alfonso. Esta de la derecha hiela la sangre porque Juan Carlos es el que está de pie a la izquierda y parece que está mirando a su hermano con una mala ostia considerable.

Besos a tod@s


miércoles, 12 de agosto de 2009

MANO DE HIERRO

Hola, amigos:

Aquí estamos de vuelta. Lo que iba a ser cuestión de un mes se ha convertido en un calvario de tres meses, pero ya tengo casi listo el culo nuevo, llego con energías renovadas y estoy rebosante de gratitud hacia todos los que os habéis preocupado por mi bienestar. Hoy vamos con una historia que dedico a mi amigo "Chopo", ortopedista de pro y buena gente. Allá vamos.

Hoy os presento a Götz von Berlichingen, un caballero imperial que vivió en Alemania a principios del siglo XVI, conocido con el sobrenombre de “Mano de hierro”.

Lo curioso es que este apodo no se lo ganó porque fuera un caballero de implacables y rudos métodos, que lo era, sino porque en su brazo derecho llevaba una prótesis, una mano ortopédica de hierro completamente funcional con la que Berlinchingen podía empuñar su espada, librar batallas, manejar las riendas de su caballo e incluso escribir. La primera de la historia.

Nuestro amigo nació alrededor de 1480. Fue un mercenario especialmente adicto a venderse al mejor postor en tiempos de guerra y a quebrantar la ley en tiempos de paz. Lo mismo asaltaba caminos que peleaba junto al emperador Maximiliano. Era legendaria su bravura en el combate y el desprecio que sentía hacia el enemigo. En una ocasión, cuando estaba asediado le pidieron que se rindiera, y Berlinchingen les contestó: “Er kann mich im Arsche lecken”, que viene a ser “Bésame el culo” libremente traducido. Cuando ganó aquella batalla, la frase se acabó convirtiendo en su lema antes de entrar en combate.

En 1504, cuando tenía 42 años, un cañonazo le arrancó la mano derecha. Estuvo a punto de perder también su medio de vida, porque un guerrero sin mano que empuñase una espada no era un guerrero, pero tras una penosa recuperación de varios meses volvió a escena con un curioso mecanismo metálico en su brazo.

Era una especie de guantelete de hierro con engranajes interiores que llevaba sujeto al codo y que además de tener alguna movilidad propia, podía fijar la posición de los dedos con diez ruedas mecánicas, lo que le permitía coger una espada, las riendas del caballo o una lanza.

Posteriormente fue modificada de forma que tenía varias prótesis intercambiables, pensadas para poder hacer una vida casi normal, lo que le permitió seguir guerreando 38 años mas.

Tan práctica le resultó la mano al caballero que poco antes de morir, con 80 años y en su cama, dijo de ella: ” Me ha prestado más servicios en lucha, que nunca lo hiciera la de carne”.

El artilugio es la primera prótesis funcional conocida de la historia y aún hoy en día sigue sorprendiendo por lo ingenioso de su diseño. Por desgracia se ignora absolutamente todo de su origen y del genio que la creó. Era tan sofisticada que se tardó 400 años en volver a fabricar una semejante y no sería hasta principios del siglo XX cuando el doctor Sauerbruch desarrollase una prótesis similar, además con un diseño basado en el mecanismo de la mano de Berlichingen.

Besos a tod@s