martes, 24 de marzo de 2009

EL FALSO PARAISO DEL DALAI LAMA

Hola, amigos:

Mas de 1200 visitas cuando empiezo a escribir este post. Es un placer, la verdad. Gracias a todos por el interés, los comentarios, las sugerencias... me repito al decir que el blog es cada día más "nuestro" y menos "mio". Hoy dedico esta entrada a Lucrecia Borgia, que me pedía dedicatoria de algo internacional y aquí la tiene. Por extensión, a todos los que escriben algún comentario. De verdad, gracias.

Y os pido perdón por adelantado, porque voy a cagarme en la leche que mamó el Dalai Lama y a llamarlo cabrón o como poco marioneta. Me explico.

Casi todas las semanas nos bombardean con información acerca de manifestaciones de apoyo al Tíbet. El Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz en 1985, es un modelo de sabiduría y su reino es un país atrasado y oprimido por la dictadura china, que viola sistemáticamente los derechos humanos solo para explotar la riqueza de su tierra.

No seré yo el que disculpe o matice las atrocidades de la dictadura china, pero en Tibet no hay minerales, no hay comercio, no hay pesca, no hay caza... realmente solo hay montañas y miseria. ¿Qué hace China allí?

Podría ser que es comunista, por lo tanto atea, y como la tierra de los lamas es el centro espiritual del budismo podría influenciar a la población china. Pero eso es muy discutible. De la misma forma que hay muchos cristianismos (católicos, ortodoxos, anglicanos, metodistas, protestantes, etc) hay muchos budismos, y los chinos no siguen al Dalai Lama, igual que un católico no sigue al Pope Ortodoxo, sino al Papa de Roma. La razón real es que, de una forma u otra, Tibet es chino desde hace cientos de años y de pronto en 1956 reclama independencia.

El país fue autónomo desde el siglo X hasta el XIII cuando el emperador de Catai, Kubilai Khan, instaura la figura del Dalai Lama convirtiendolo en un títere. A partir de aquí perteneció a China, primero bajo el imperio mongol, luego bajo el propio nombre chino, si bien tenía una gran autonomía porque el gobierno central no se interesaba en absoluto en una región aislada, pobre y poco poblada.

Hasta la llegada de los británicos a la India en el siglo XIX.

En ese momento China tiene al Imperio de su Graciosa Majestad en la costa y también a su espalda, así que vuelve a prestarle atención a la frontera con India, que es el Tíbet, y nombra un gobernador militar desde Pekín.

Gobernador que se da cuenta cuando llega de lo siguiente:

La mayor parte de la tierra cultivable estaba trabajada por siervos. Todo estaba en manos de poco mas de 200 familias, todas nobles y/o lamas. Solo el monasterio Drepung tenía 185 feudos, 25.000 siervos, 300 grandes pastizales y 16.000 vaqueros. La mayoría del clero inferior era tan pobre como la clase campesina de la que provenía. El comandante en jefe del ejército tibetano poseía 4.000 kilómetros cuadrados de tierra, 3.500 siervos y usaba los soldados como gendarmes para mantener el orden y capturar a los que intentaban escapar o rebelarse.

Estos siervos no recibían educación ni atención sanitaria. Eran propiedad de sus amos, que les decía qué cultivar y qué animales criar. No podían casarse sin el consentimiento de su señor o lama, que por ley podía venderlos, torturarlos y matarlos. Necesitaban permiso para ir a cualquier sitio. Las chicas guapas eran usualmente tomadas por el propietario para ser sirvientas en la casa y utilizadas a su gusto por el amo. No eran otra cosa que esclavas sin derechos.

Los que no eran siervos pagaban impuestos por casarse, por el nacimiento de cada hijo y por cada muerte en la familia, por plantar un nuevo árbol en su patio, por mantener animales domésticos o de corral, por poseer una maceta con flores o por colocar un cencerro sobre un animal. Había impuestos para los festivales religiosos, por cantar, bailar, tocar el tambor y tocar la campana.

La gente pagaba impuestos por ir a prisión y por su liberación. Incluso los mendigos: los que no podían encontrar trabajo pagaban impuestos por no tenerlo y si viajaban a otra aldea en busca de empleo pagaban un impuesto por derecho de tránsito. Cuando la gente no podía pagar, los monasterios le prestaban el dinero con un interés de entre un 20 y un 50 por ciento. Si no cumplían sus compromisos podían ser esclavizados durante todo el tiempo exigido por el monasterio, normalmente por el resto de sus vidas.

Las enseñanzas religiosas sustentaban este orden. A los pobres se les enseñaba que ellos mismos habían provocado sus problemas por su comportamiento insensato y malvado en vidas anteriores. Por lo tanto, debían aceptar la miseria de su existencia actual como expiación y anticipación de que su suerte mejoraría al renacer. Los ricos y poderosos trataban su buena suerte como una recompensa y como una evidencia tangible de virtud en vidas pasadas y presentes y de lo que llegarían a ser los pobres en una futura vida.

En resumen, el gobernador militar se encontró un país atrasado, con un panorama tan desolador y terrible como el de la Edad Media Europea, ya que aproximadamente el 90% de la población vivía esclavizada o en el umbral del esclavismo. Pero su misión era guardar la frontera y no interferir en la administración, nada mas, así que hizo exactamente eso y el Tíbet siguió como estaba, con el Dalai Lama a la cabeza del gobierno local.

Pero al terminar la Segunda Guerra Mundial China se ve inmersa en una guerra civil. Tibet apoyó al dictador de derechas Chang Kai Chek, que perdió contra el comunista Mao Tse Tung. A pesar de eso, Mao dejó al Tíbet como estaba porque tenía problemas mucho mas urgentes que esa zona desolada y remota, limitándose a renovar el envío de tropas para la frontera y mantener el orden establecido. Pero cuando las cosas empezaron a asentarse, el Dalai Lama y su corte vislumbraron un porvenir incierto, siendo gobernados por gente que predicaba cosas terribles como que los hombres son todos iguales, aunque solo sea en teoría y no en la práctica. Se les acababa el chollo.

Así que organizaron una revuelta en 1956, los chinos mandaron tropas y en pocos días se hicieron con el control, deponiendo a un Dalai Lama que no debía estar muy seguro de una nueva reencarnación si analizamos lo rápido que puso sus pies en polvorosa. Este tipo sigue vivo, es el que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1985.

El régimen chino es feroz, represivo, brutal e injusto, pero los pobres tibetanos no estaban mucho mejor con el Dalai Lama. Todos eran elegidos siendo muy niños y crecían "aconsejados" por diferentes regentes en las cuestiones políticas y económicas. Su longevidad dependía de su carácter: si dejaban de necesitar consejo morían al poco tiempo para ser sustituidos por otro niño; si se dejaban aconsejar alcanzaban una edad muy respetable.

Así que bajo mi punto de vista el actual Dalai Lama es un cabrón o una marioneta, en función de que sea consciente o no de lo que pasaba cuando gobernaba. Tiempo ha tenido para aprender desde que huyó de su país hasta hoy.

Y no me dejo engañar por la publicidad que le hace Richard Gere. Pienso que es un estafador cada vez que veo a mi vecino, calvo como una bola de billar, como el propio Dalai Lama. Uno de los que compró en su día un fortalecedor del cabello que anunciaba nuestro canoso amigo.

Besos a tod@s




1 comentario:

Anónimo dijo...

muy bueno hace tiempo que escuche algo parecido gracias por la info