lunes, 9 de noviembre de 2009

LOS SAHARAUIS

Hola, amigos:

Todos tenemos una vaga idea de que España tuvo algo que ver con este pueblo, con la sospecha de que no nos portamos bien con ellos en su día, pero no tenemos mucha mas información. Yo creo que, efectivamente, somos en parte responsables de su problema, pero también son culpables los propios saharauis. A mi juicio no hacen autocrítica de las decisiones que tomaron y sus consecuencias, por eso no reconocen otra cosa que no sea la obligación histórica de los demás y no asumen su propia responsabilidad.

Y me explico.

España y los saharauis mantenían relaciones comerciales desde el siglo XVI a través de los pescadores canarios que fondeaban en la costa para salar pescado y protegerse de las tormentas. Estos saharauis eran un conglomerado de pueblos nómadas, relativamente atrasados, que dominaban una zona del Sahara pretendida por Marruecos y Mauritania, pero sin mucho afán, porque lo único que tenía en abundancia era arena.

En 1884 se celebró una conferencia en Berlín donde las potencias europeas se repartieron el pastel de Africa. España reclamó aquellos territorios baldíos del Sahara Occidental para proteger el sur de las Islas Canarias y los caladeros de pescado. Francia pidió que se marcaran bien los límites de la parte sur para proteger sus tierras de Mauritania pero nadie, ni siquiera Marruecos, que entonces era independiente y estaba en buenas relaciones con los españoles, puso la menor objeción.

Salvo los propios saharauis, diréis. Pues no, los dirigentes de las tribus que se encuadraron en la parte española aceptaron el protectorado con una sonrisa de oreja a oreja. La razón: se sentían protegidos por una potencia europea frente a posibles agresiones de sus vecinos, no tenían el menor interés en sus costas y los españoles no se metían en su vida, interesados sólo en que las Islas Canarias estuvieran protegidas y los pescadores pudiesen faenar.

Los únicos actos de guerra que hubo fueron los que organizaron los saharauis de la parte francesa que se alzaron unas cuantas veces con el apoyo de los de la parte española, siendo derrotados siempre por las fuerzas armadas de Francia.

En 1956, Marruecos se independizó después de unos años bajo el yugo francés y reclamó tierras que ni siquera le habían pertenecido ni pretendía realmente, entre ellas el territorio saharaui. Su intención era medir hasta donde estaban dispuestas a ceder las potencias europeas. Para asentar su dominio, España le dió al territorio el status de provincia española en 1958, estableciendo la capital en El Aaiun y los saharauis respiraron tranquilos de nuevo.

Pero en 1963 se descubrió un enorme yacimiento de fosfato en un sitio llamado Bu Craa, en los años siguientes se realizaron prospecciones petrolíferas y las nuevas tecnologías permitieron explotar a conciencia los caladeros de pescado. Quizá en aquel trozo de desierto bañado por el Atlántico había algo más que arena.

Entonces, no antes, surgió un sentimiento nacionalista en la comunidad saharaui. Que no pusieron reparos en formar parte de España cuando sus tierras no valían nada y las reclamaron 79 años después de la llegada de los españoles, justo cuando había pasta por medio.

En 1970 se produjeron las primeras manifestaciones, reprimidas por las fuerzas del orden franquistas y duramente criticadas por Marruecos, que decía preferir a España como vecino en lugar de una República Saharaui de difícil control. También se organizó el brazo armado, el llamado Frente Polisario, que llevó a cabo a partir de entonces una serie de ataques contra puestos, patrullas y convoyes españoles.

En 1973, los saharauis consiguieron que España diese los primeros pasos en forma de un Estatuto de Autonomía, pero no llegó a buen puerto por las presiones a Madrid del rey Hassan II de Marruecos, que seguía oponiéndose al nacimiento de un estado independiente en su frontera sur.

El 20 de agosto de 1974, España anunció que se realizaría a lo largo de los seis primeros meses de 1975 un referéndum de autodeterminación, bajo el control de la ONU, para que los saharauis eligiesen su propio destino, que estaba claro que sería la independencia. Esta consulta fue solicitada por las Naciones Unidas para todas las colonias de todos los países en 1966 y en aquel momento Franco no hizo ni puñetero caso, pero ahora España estaba hasta las narices del Sahara y a punto de cambiar de régimen político porque el dictador se moría. A mediados de 1975 se decretó el alto el fuego por parte del Frente Polisario.

Marruecos no se quedó de brazos cruzados. El rey Hassan II ofreció a Mauritania el reparto a medias de las tierras saharauis y elevó una petición al Tribunal de La Haya, con el pretexto de que tenían derechos de propiedad desde la Edad Media. Pero el tribunal falló a favor de los saharauis. Estaban a un pasito de su independencia.

Y justo cuando los españoles se preparaban para celebrar el referendum y abandonar el Sahara, tuvo lugar la llamada Marcha Verde, una ocupación pacífica por parte de civiles marroquíes de las tierras saharauis, supuestamente espontánea, pero en realidad orquestada por el rey Hassan II y apoyada a una prudente distancia por el ejército marroquí.

España se encontró con un marrón de dimensiones considerables porque, en la práctica, un país vecino estaba invadiendo sus posesiones, un acto de guerra clarísimo, y debía defenderlas. Pero era un territorio que en cuanto votase se haría independiente, es decir, se supone que debía sacrificar material, dinero y muchas vidas en una guerra para mantener unas tierras que proclamarían su independencia en cuanto acabase el conflicto.

Entre tanto, Franco había terminado de estirar la pata. Por fin. El gobierno provisional tenía muchas cosas en las que pensar y prefería hacerlo libre de preocupaciones en Africa, así que aceptó el plan que le propuso el astuto Hassan II: como el Sahara Occidental ya estaba siendo ocupado "pacíficamente" por su pueblo tras la Marcha Verde, España podía renunciar a sus derechos en favor de Marruecos y éste se encargaría de organizar el referendum (que no tenía la menor intención de celebrar).

En realidad esto no se podía hacer. Pero importaba poco o nada, porque la ONU protestó de forma muy tibia. Tan tibia que Mauritania se animó a invadir el sur del territorio Saharaui en cuanto los españoles se largaron el 28 de Febrero de 1976, tras aceptar el ofrecimiento de Hassan II.

A partir de aquí hay una sucesión de terribles desgracias, violencia e injusticias que cometen marroquíes y mauritanos directamente y el mundo Occidental indirectamente con su pasividad. Y así hasta llegar a la situación actual, en la que los saharauis malviven de forma miserable en campamentos de refugiados o son brutalmente represaliados.

Está claro que hay que ayudarles, porque nadie merece vivir en esas condiciones. Ahora bien, que sea culpa nuestra, que los dejamos tirados ante Marruecos... pues sí y no, hay mucho que discutir, pero no hay que olvidar que ellos también tienen su cuota de responsabilidad en la situación.

Ahora quiero protección, ahora quiero ser español, ahora hay pasta y quiero ser independiente, ve tu a la guerra por mí para que pueda serlo, así que del Frente Polisario y las bombas que te he puesto nos olvidamos...

Teta y sopa.

Y así no son las cosas.

Besos a todos.

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