Hola, amigos:
No.
No hablo de mí.
De verdad.
Hoy vamos a hablar de alguien como El Dioni, como Jesús Gil, como Milli Vanilli, pero con tal clase y elegancia a la hora de estafar que fue capaz de cosas como levantarle 5000 dólares al mismísimo Al Capone o vender la Torre Eiffel. Dos veces.
Con dos cojones. ¿Os lo presento?
Nuestro amigo se llamaba Víctor Lustig y nació en 1890 en Czechoslovakia. Nada se conoce de su infancia, pero desde muy joven demostró gran talento para el póker, el billar y el bridge, así que se dedicó a cruzar de un lado a otro el Atlántico, viviendo de las trampas que hacía en las timbas de cartas de la primera clase.
En 1922 decide que ya está bien de cruceros, no sea que le pase como a los pasajeros del Titanic, y llega a Estados Unidos dispuesto a probar fortuna, donde consigue estafar 23000 dólares a un banco.
En mayo de 1925 Lustig viaja a París y lee en el periódico un artículo donde se decía que la Torre Eiffel necesitaba reparaciones muy extensas. El costo era tan enorme que se especulaba con que el gobierno estaba pensando si no sería mas conveniente desmantelarla antes que gastar tanto dinero en repararla. Al fin y al cabo, se edificó pensando en desmontarla al término de la Exposición Universal de 1889.
Víctor falsifica unos papeles que lo acreditan como Director General del Ministerio De Correos y Telégrafos del gobierno francés y envía misivas de apariencia oficial a cinco de las industrias metalúrgicas más importantes de Francia, citándolos para una conferencia privada en la suite de un hotel distinguido en París.
Las cartas eran deliberadamente vagas, para picar la curiosidad de las potenciales víctimas, y solo se mencionaba que el propósito de la reunión era discutir la probabilidad de un contrato con el gobierno.
El día de la cita, Lustig les anuncia la verdadera naturaleza de la pequeña conferencia: el gobierno ha decidido desmantelar la torre Eiffel y vender los materiales al mejor postor. El gobierno sabía que esta decisión era muy controvertida, puesto que muchos ciudadanos franceses se encontraban encariñados con ella y si supiesen del plan de desmantelamiento, podría haber problemas. Era necesario guardar la más estricta confidencialidad.
Cuatro días después, los industriales sometieron su oferta para comprar la torre. Pero a Lustig no le importaba qué oferta era la mas grande. A él lo que le importaba era cual de los industriales era el mas "estafable." La afortunada víctima fue un señor llamado Andre Poisson. Víctor llama al industrial y le anuncia la feliz noticia: su empresa ha ganado la licitación, pero hay un pequeño fleco que cerrar.
Nuestro amigo le pasa a relatar las enormes privaciones que un servidor del gobierno sufre a causa de las limitaciones de salario. Poisson se da cuenta de que el representante oficial le pide un soborno y manda buscar un buen fajo de billetes, que Lustig se guarda mientras firma un contrato de aceptación de la oferta. Le dice que en breve se pondrán en contacto con él para perfilar detalles y se marcha de inmediato a Viena con la recompensa a sus esfuerzos.
Todos los días revisa los periódicos para ver si Poisson ha ido a la policía con el cuento de la estafa pero tal como había calculado, el empresario no lo había denunciado, avergonzado de haber caído en una trampa tan burda.
Cuando estuvo seguro de que la estafa quedaría impune, decide ir a París de nuevo, cita a cinco industriales diferentes... y vende la torre Eiffel otra vez.
Pero en esta ocasión la suerte no le acompañó, puesto que su nueva víctima sí que fue a la policía, estallando un escándalo de proporciones épicas en la prensa francesa. Lustig huye a los Estados Unidos.
Allí se asocia con un tal William Watts, un falsificador de billetes, pero son atrapados por el Departamento Federal de Falsificaciones. Víctor se declara culpable y es sentenciado a veinticinco años de prisión en Alcatraz, donde conoce a Al Capone.
El mafioso vivía a cuerpo de rey en la prisión, llevando sus negocios casi como si estuviese en la calle. Un día, Victor le propone un negocio seguro para el que necesita 40.000$. El mafioso le advierte de lo que puede pasar si la pasta desaparece pero nuestro amigo lo tranquiliza.
Guarda el dinero durante dos meses sin tocarlo. Luego le dice a Capone que el negocio no era tan seguro como pensaba y él es muy escrupuloso con el dinero ajeno como para arriesgarlo, así que se lo devolvía íntegro. El mafioso, impresionado por la aparente honradez, lo gratifica con 5000$ , lo introduce en su círculo en la prisión y le facilita los lujos de los que disfrutaba.
El nueve de marzo de 1947 contrae neumonía y muere treinta y seis horas mas tarde a los cincuenta y siete años de edad.
En su certificado de defunción, en la casilla donde se pone la profesión del individuo, el forense puso... "vendedor".
Besos a tod@s
No.
No hablo de mí.
De verdad.
Hoy vamos a hablar de alguien como El Dioni, como Jesús Gil, como Milli Vanilli, pero con tal clase y elegancia a la hora de estafar que fue capaz de cosas como levantarle 5000 dólares al mismísimo Al Capone o vender la Torre Eiffel. Dos veces.
Con dos cojones. ¿Os lo presento?
Nuestro amigo se llamaba Víctor Lustig y nació en 1890 en Czechoslovakia. Nada se conoce de su infancia, pero desde muy joven demostró gran talento para el póker, el billar y el bridge, así que se dedicó a cruzar de un lado a otro el Atlántico, viviendo de las trampas que hacía en las timbas de cartas de la primera clase.
En 1922 decide que ya está bien de cruceros, no sea que le pase como a los pasajeros del Titanic, y llega a Estados Unidos dispuesto a probar fortuna, donde consigue estafar 23000 dólares a un banco.
En mayo de 1925 Lustig viaja a París y lee en el periódico un artículo donde se decía que la Torre Eiffel necesitaba reparaciones muy extensas. El costo era tan enorme que se especulaba con que el gobierno estaba pensando si no sería mas conveniente desmantelarla antes que gastar tanto dinero en repararla. Al fin y al cabo, se edificó pensando en desmontarla al término de la Exposición Universal de 1889.
Víctor falsifica unos papeles que lo acreditan como Director General del Ministerio De Correos y Telégrafos del gobierno francés y envía misivas de apariencia oficial a cinco de las industrias metalúrgicas más importantes de Francia, citándolos para una conferencia privada en la suite de un hotel distinguido en París.
Las cartas eran deliberadamente vagas, para picar la curiosidad de las potenciales víctimas, y solo se mencionaba que el propósito de la reunión era discutir la probabilidad de un contrato con el gobierno.
El día de la cita, Lustig les anuncia la verdadera naturaleza de la pequeña conferencia: el gobierno ha decidido desmantelar la torre Eiffel y vender los materiales al mejor postor. El gobierno sabía que esta decisión era muy controvertida, puesto que muchos ciudadanos franceses se encontraban encariñados con ella y si supiesen del plan de desmantelamiento, podría haber problemas. Era necesario guardar la más estricta confidencialidad.
Cuatro días después, los industriales sometieron su oferta para comprar la torre. Pero a Lustig no le importaba qué oferta era la mas grande. A él lo que le importaba era cual de los industriales era el mas "estafable." La afortunada víctima fue un señor llamado Andre Poisson. Víctor llama al industrial y le anuncia la feliz noticia: su empresa ha ganado la licitación, pero hay un pequeño fleco que cerrar.
Nuestro amigo le pasa a relatar las enormes privaciones que un servidor del gobierno sufre a causa de las limitaciones de salario. Poisson se da cuenta de que el representante oficial le pide un soborno y manda buscar un buen fajo de billetes, que Lustig se guarda mientras firma un contrato de aceptación de la oferta. Le dice que en breve se pondrán en contacto con él para perfilar detalles y se marcha de inmediato a Viena con la recompensa a sus esfuerzos.
Todos los días revisa los periódicos para ver si Poisson ha ido a la policía con el cuento de la estafa pero tal como había calculado, el empresario no lo había denunciado, avergonzado de haber caído en una trampa tan burda.
Cuando estuvo seguro de que la estafa quedaría impune, decide ir a París de nuevo, cita a cinco industriales diferentes... y vende la torre Eiffel otra vez.
Pero en esta ocasión la suerte no le acompañó, puesto que su nueva víctima sí que fue a la policía, estallando un escándalo de proporciones épicas en la prensa francesa. Lustig huye a los Estados Unidos.
Allí se asocia con un tal William Watts, un falsificador de billetes, pero son atrapados por el Departamento Federal de Falsificaciones. Víctor se declara culpable y es sentenciado a veinticinco años de prisión en Alcatraz, donde conoce a Al Capone.
El mafioso vivía a cuerpo de rey en la prisión, llevando sus negocios casi como si estuviese en la calle. Un día, Victor le propone un negocio seguro para el que necesita 40.000$. El mafioso le advierte de lo que puede pasar si la pasta desaparece pero nuestro amigo lo tranquiliza.
Guarda el dinero durante dos meses sin tocarlo. Luego le dice a Capone que el negocio no era tan seguro como pensaba y él es muy escrupuloso con el dinero ajeno como para arriesgarlo, así que se lo devolvía íntegro. El mafioso, impresionado por la aparente honradez, lo gratifica con 5000$ , lo introduce en su círculo en la prisión y le facilita los lujos de los que disfrutaba.
El nueve de marzo de 1947 contrae neumonía y muere treinta y seis horas mas tarde a los cincuenta y siete años de edad.
En su certificado de defunción, en la casilla donde se pone la profesión del individuo, el forense puso... "vendedor".
Besos a tod@s
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